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La crisis que ha desnudado nuestro estado de bienestar
La crisis que ha desnudado nuestro estado de bienestar
GEMMA ZABALETA
GEMMA ZABALETA
Ex-consejera de Empleo y Políticas Sociales.
La crisis del coronavirus, convertida en pandemia mundial, se ha colado en nuestros hogares y en nuestras vidas como un inesperado visitante al que debemos de dar una respuesta inmediata, inteligente y útil y ha puesto a prueba nuestra capacidad para afrontar situaciones de emergencia inéditas en cuanto a su intensidad, no sólo desde un punto de vista sanitario, sino social y económico.
Fotografía: Engin Akyurt, Unsplash.
La crisis del 2009 liquidó la estabilidad, gran parte de la seguridad y de la protección social. La precariedad vino para quedarse.
Fotografía: Claudio Schwarz, Unsplash.
¿Qué habrá venido para quedarse como consecuencia de la crisis pandémica que estamos sufriendo en la actualidad? ¿Qué nuevos sacrificios nos augurarán para salir de ella?
La creación de un modelo vasco de cuidados requiere repensar las actuaciones [..], con audacia y valentía, mirando de nuevo al futuro.
Toca por lo tanto mirar al futuro sin enquistarnos demasiado en las debilidades del presente, y toca hacerlo sabiendo que nuestros cimientos como pueblo y como sociedad son sólidos, como se demuestra cada vez que vivimos una crisis. Salgamos de ésta sin que nos atemoricen, no podremos soportar más miedo al futuro; salgamos despiertos para que no nos resignemos a “comprar” nuevos recortes del sistema de bienestar en aras a seguir viviendo. Y salgamos propositivos; tenemos una asignatura pendiente: construir un sistema de cuidados para las personas que lo necesitan, para las personas dependientes, capaz de ofrecerles autonomía y dignidad. Un sistema que se aleje de un modelo residencial de media y alta capacidad que se muestra obsoleto, que no se cimente sobre una provisión de servicios baratos sin ningún valor añadido más. Hay que vivir en casa o como en casa hasta el límite de las posibilidades y para ello debemos ser capaces de prestar servicios desde el ámbito comunitario más próximo, que en mi opinión es el municipal, porque es el que se muestra más eficaz para conocer las necesidades de sus ciudadanos y proveer así mejor respuesta a sus demandas. Un ámbito municipal empoderado competencial y financieramente. Cuando no sea posible o no se desee vivir en casa hay que construir modelos residenciales que se parezcan lo máximo posible a la vida en un hogar. Cada persona en el barrio donde haya vivido, en su municipio, en su entorno, sin perder los elementos referenciales de lo que ha sido su vida, poder ser cuidado en su lengua, en el euskera.
La creación de un modelo vasco de cuidados requiere repensar las actuaciones de los ámbitos institucionales, la implicación de las políticas de vivienda en ello, el papel que deben jugar la instituciones en su construcción, con audacia y valentía, mirando de nuevo al futuro. Los países nórdicos ya lo hicieron hace muchos años: ofrecen una atención centrada en la persona hasta el final de sus días, capaz de generar un vector económico y de creación de empleo digno, desde la dimensión local hasta la nacional. Para ello toca repensar nuestro modelo institucional y de gobernanza, cooperar más que competir en el ámbito político, pensar menos en las elecciones y mucho más en las acciones que hay que llevar a cabo, como es la de poner el sistema de cuidados que necesitamos en el centro del debate estratégico y político del país, porque si algo ha subrayado esta crisis es la importancia crucial de los cuidados.
Este paisaje después de la batalla nos invita a pensar, porque cuando ha desaparecido el ruido de las calles, se han marchado los miles de turistas que nos acompañan desde los últimos años, confinadas en nuestros hogares, ha llegado el silencio y nos hemos dado cuenta: que nuestros servicios públicos están al límite; que necesitamos comprar productos fuera, en un mercado salvaje, porque no los producimos; nos hemos dado cuenta de la importancia de la investigación y de seguir invirtiendo en ella; que la solidaridad es fantástica pero que necesita de un acompañamiento público fuerte; que a día de hoy desgraciadamente nuestra manera de cuidar a la parte de la sociedad más vulnerable deja mucho que desear.
Hay que invertir y fortalecer el sector público y para ello ya no vale la excusa de que es imposible, ni la sempiterna pregunta sobre de dónde vamos a sacar los recursos económicos, porque ya sabemos todos quiénes tienen que contribuir mucho más de lo que lo hacen, porque de esta crisis también habrá quien saque beneficios económicos.