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Bienes y valores.
Poder y democracia
Bienes y valores.
Poder y democracia
ISIDRO ESNAOLA
ISIDRO ESNAOLA
EconomistaResponsable de Opinión del diario Gara
«Beldurgarria da ikustea ze arin kolapsatzen den gaurko ekonomia modeloa, jendeak behar duena bakarrik kontsumitzen duenean».
«Es realmente increíble. Un artículo científico publicado en 2007 predijo el desastre que iba a asolarnos.»
Fotografía: Sammy Joonhee, Unsplash.
Valor de cambio y valor de uso
Nos enorgullecemos de que Euskal Herria cuenta con una potente base industrial, sin embargo en esta crisis el tejido productivo ha mostrado que es enormemente dependiente e incapaz de proporcionar productos básicos para asegurar la salud de la ciudadanía.
Fotografía: Christopher Burns, Unsplash.
Ya sabíamos que el PIB puede crecer sin crear empleo, ahora también sabemos que puede crecer sin proporcionar bienes, alimentos, vestidos, cuidados…, valores de uso en definitiva.
La urgencia de materiales de protección nos ha mostrado asimismo que detrás de ese valor de cambio que crece sin cesar resulta que en esas cadenas de producción de valor la fabricación de gran cantidad de productos está relativamente lejos. La mayoría de bienes –los productos útiles y necesarios para la vida– no se producen aquí sino que vienen del exterior, sobre todo de China. En definitiva, esa inclinación por los valores ha permitido ocultar diferencias cualitativas metiendo en un mismo cesto cosas útiles e inútiles.
Esta pandemia ha mostrado otra característica importante de los cadenas de valor. Desde el primer momento, los respiradores se han convertido en un bien crítico, lo que ha llevado a algunos emprendedores –de los de verdad– a construir respiradores sencillos cuyo diseño y especificaciones técnicas han sido distribuidos bajo licencias libres para que cualquiera los pudiera reproducir, dejando sin efecto otra de las fuentes de valor de una economía que en realidad produce muy pocos bienes, los derechos de propiedad intelectual, un entramado que proporciona suculentos dividendos más allá de cualquier límite razonable.
Es posible que nada de esto sea nuevo pero es importante subrayarlo, porque el discurso político continúa hablando de recuperación, pero no se refiere a nada concreto sino al restablecimiento del crecimiento del PIB, del valor o del capital, como se prefiera. Y para impulsar esa recuperación abstracta están poniendo en circulación una gran avalancha de millones que algunos ya bautizan como la vuelta al keynesianismo. La cuestión que habría que plantear desde el punto de vista de la producción de bienes, de productos útiles para la vida, es en qué se van a gastar tantos millones. Y esa es una pregunta que habría que responder en clave de país. Porque si se trata de seguir como hasta ahora apostando por el crecimiento, se puede gastar de cualquier manera; pero si de lo que se trata es de reconvertir el tejido productivo para que sea más autosuficiente, cercano y diversificado, entonces el gasto ha de ser mucho más específico y de estar dirigido de modo que oriente ese cambio en la producción. Los pedidos de la administración y las prioridades de desarrollo de los servicios públicos desempeñarán un papel esencial en esa reorientación. No es lo mismo repartir dinero y avales a todo el que los pida que gastar directamente en la adquisición de material de protección sanitaria, o en alimentos para comedores públicos. Del mismo modo que tampoco es lo mismo gastar en educación o sanidad que seguir haciendo carreteras, puentes, túneles, ferrocarriles y viaductos. Lo desiertas que están todas esas infraestructuras estos días da mucho que pensar sobre su aportación real.