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Turismo, COVID-19 y Cambio Global: Reflexiones para el cambio 2030.

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Turismo, COVID-19 y Cambio Global:

Reflexiones para el cambio 2030.

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AURKENE ALZUA-SORZABAL, PhD

Deustuko Unibertsitatea. Nebrija University

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AURKENE ALZUA-SORZABAL, PhD

Deustuko Unibertsitatea. Nebrija University

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El sector del turismo se enfrenta a una situación sin precedentes en su historia. Ni la crisis financiera del 2008 ni los ataques terroristas del 11-S tuvieron un impacto que se pueda comparar con la crisis que está ocasionando el COVID-19.

En base a las medidas tomadas para detener la expansión de la pandemia (medidas de cuarentena, prohibiciones de viaje y cierre de fronteras, así como estudios sobre los impactos de crisis anteriores, la OMT estima que en 2020 el número de viajeros internacionales se reducirá entre un 20% y un 30%; y augura una caída en los ingresos de 300 a 450 billones de USD (UNWTO, 2020). El Word Travel and Tourism Council (WTTC) por su parte, calcula que la actual crisis destruirá 75 millones de empleos en el sector, que actualmente genera más del 10% del PIB mundial y un total de 330 millones de puestos de trabajo, directos e indirectos, a nivel global (WTTC, 2020).

Las restricciones de los viajes internacionales, regionales y locales han tenido un impacto inmediato en las economías nacionales, en los que se identifican las industrias turísticas como el transporte aéreo, cruceros, transporte público, alojamiento, cafeterías y restaurantes, convenciones, festivales, reuniones o eventos deportivos. Dada las restrictivas regulaciones de la movilidad, el turismo internacional y nacional disminuyó precipitadamente en sólo semanas. Se constata que la pandemia ha afectado prácticamente a todas las partes de la cadena de valor del turismo. El parón en la movilidad se ha sentido en una amplia gama de empresas que integran la cadena de suministro de los viajes y el turismo, como los servicios de catering y lavandería.

A diferencia de la industria de bienes, en la industria turística no hay stocks de servicios turísticos. No es posible almacenar las noches de hotel, las reservas de mesas de restaurante o billetes de avión no vendidos.

Una de las características que mejor define nuestro tiempo es, sin duda, el cambio (Davis, Kee and Newcomer, 2010). El sector turístico no es ajeno a las profundas transformaciones de naturaleza económica, ambiental, climática, digital, política y social que nos rodean. A este momento marcado por la crisis sanitaría de la COVID-19, le precede un período caracterizado por una actividad vertiginosa en el que se evidenciaban prácticas turísticas insostenibles. En el lapso de meses, se ha pasado de la saturación de los destinos por turismo “overtourism” al “no-turismo” (Gosssling, Scott and Hall, 2020).

La crisis en el sector turístico es en primer lugar una crisis de demanda, al verse impedida la movilidad de las personas. Frente a ello, gran parte del conjunto de la economía se ha visto afectada por un shock de oferta (muchas empresas de la industria manufacturera han tenido que interrumpir su producción). A diferencia de la industria de bienes, en la industria turística no hay stocks de servicios turísticos. No es posible almacenar las noches de hotel, las reservas de mesas de restaurante o billetes de avión no vendidos.

Existen evidencias para pensar que el impacto de la COVID-19 será diferente y transformador para el sector turístico (Gosssling, Scott & Hall, 2020). El contexto actual desafía el modelo de desarrollo seguido hasta el momento, así como los procedimientos de planificación urbana y gestión de destinos. El turismo ha demostrado ser un sector resiliente, pero los eventos recientes ponen a prueba esta capacidad de recuperación, así como el propio modelo (Fennell, 2020). El principal reto reside en la transformación del actual modelo productivo hacia un modelo de desarrollo capaz de adaptarse al cambio para lograr el progreso deseado por su ciudadanía.

El objetivo principal de este artículo es explorar los parámetros que pudieran definir el modelo de desarrollo turístico futuro y sus implicaciones en la gobernanza pública para reforzar la capacidad de resiliencia turística a través de la innovación, la tecnología y una mejor gestión del conocimiento.

Es importante señalar que el turismo mundial ha estado expuesto a una amplia gama de crisis en el pasado(…). Con excepción de la crisis económica del 2008/2009, ninguno de ellos supuso un claro retroceso en el desarrollo global del turismo, y algunos de ellos ni siquiera son notables.

El turismo antes de la COVID-19
El turismo1 está altamente expuesto a numerosos cambios, tales como las alteraciones económicas mundiales, desastres naturales, cambio climático, transformaciones políticas y sociales. Sin embargo, la industria del turismo es el motor de crecimiento económico en muchas economías WTTC (2019) y también para la economía vasca. Según la última actualización de la Cuenta Satélite del Eustat (Eustat, 2019) con la que se calcula la evolución de su peso respecto al Producto Interior Bruto a precios de mercado, en 2018 el sector del turismo aportaba una renta de 4.651 millones de euros a la CAPV. Esto suponía el 6,1% del PIB del País Vasco (en Gipuzkoa suponía el 7,6% del PIB, en Bizkaia el 5,4% y en Álava el 5,1%). En el cuarto trimestre de 2019, en el sector turístico se contabilizaba un total de 106.973 afiliados en la Seguridad Social (el 11 % del total de afiliados en alta laboral de la C.A. de Euskadi). Estos datos reflejan el peso reciente del turismo en la actividad económica de la comunidad autónoma vasca, pero su relevancia puede variar notablemente dependiendo de cómo se supere la crisis derivada del COVID-19.[/efn_note] está altamente expuesto a numerosos cambios, tales como las alteraciones económicas mundiales, desastres naturales, cambio climático, transformaciones políticas y sociales. Sin embargo, la industria del turismo es el motor de crecimiento económico en muchas economías WTTC (2019) y también para la economía vasca. Según la última actualización de la Cuenta Satélite del Eustat (Eustat, 2019) con la que se calcula la evolución de su peso respecto al Producto Interior Bruto a precios de mercado, en 2018 el sector del turismo aportaba una renta de 4.651 millones de euros a la CAPV. Esto suponía el 6,1% del PIB del País Vasco (en Gipuzkoa suponía el 7,6% del PIB, en Bizkaia el 5,4% y en Álava el 5,1%). En el cuarto trimestre de 2019, en el sector turístico se contabilizaba un total de 106.973 afiliados en la Seguridad Social (el 11 % del total de afiliados en alta laboral de la C.A. de Euskadi). Estos datos reflejan el peso reciente del turismo en la actividad económica de la comunidad autónoma vasca, pero su relevancia puede variar notablemente dependiendo de cómo se supere la crisis derivada del COVID-19.

Es importante señalar que el turismo mundial ha estado expuesto a una amplia gama de crisis en el pasado (Figura 1). Entre 2000 y 2015, los principales sucesos incluyen los ataques terroristas del 11 de septiembre (2001), el brote del síndrome respiratorio agudo severo (SRAS) (2003), la crisis económica mundial que se desarrolló en 2008/2009 y el Síndrome respiratorio del Medio Oriente 2015 (MERS). Con excepción de la crisis económica del 2008/2009, ninguno de ellos supuso un claro retroceso en el desarrollo global del turismo, y algunos de ellos ni siquiera son notables (Figura 2).

La globalización ha acelerado los procesos de concentración de las empresas turísticas en los últimos años en los que se pone de manifiesto una importante progresión de adquisiciones donde los operadores globales poseen ventajas significativas en reconocimiento de marca, economías de escala, capacidad de negociación con proveedores y mayor rentabilidad de las inversiones.

Teniendo en cuenta que el sistema económico dominante del último siglo ha fomentado el desarrollo del turismo, el principal punto en cuestión es que un pequeño número de operadores de turismo transnacionales cada vez más interrelacionados controlan gran parte de los bienes y servicios que los turistas consumen a nivel mundial. La globalización ha acelerado los procesos de concentración de las empresas turísticas en los últimos años en los que se pone de manifiesto una importante progresión de adquisiciones donde los operadores globales poseen ventajas significativas en reconocimiento de marca, economías de escala, capacidad de negociación con proveedores y mayor rentabilidad de las inversiones.

La plataforma de viajes on line Expedia creada en 1996 se ha convertido en la mayor agencia de viajes online del mundo gracias a importantes adquisiciones y con una facturación de 99.7 billones USDA en 2018 (Expedia, 2020). Le sigue muy de cerca por Booking Holdings -originalmente Priceline Group –matriz de Booking- creada en 1997, y de la china Ctrip, actualmente parte de Trip.com Group Limited que adquirió Skyscanner en 2016. Después de hacerse con Orbitz Worlwide y Travelocity, Expedia adquirió HomeAway en 2018, con lo que entraba a competir con Airbnb en el negocio del alquiler turístico. Estos hechos como la entrada en liquidación en septiembre de 2019 de Thomas Cook, y de Monarch Airlines -causa del colapso de la aviación del Reino Unido-, que se declaró en quiebra a principios de octubre de 2017, hacen notar la profunda transformación de la estructura del mercado turístico.

Por lo tanto, lo local no se define geográficamente, sino como un proyecto colectivo para adecuar nuestra vida social y económica colectiva a las necesidades y emergencias climáticas.

La literatura científica en turismo, previa a la crisis sanitaría, han estado marcadas por las cuestiones relativas al desarrollo sostenible.  En la edición especial dedicada al 25 aniversario de la edición inaugural de la revista Journal of Sustainable Tourism, los fundadores de la revista (Bramwell, Higham, Lane and Miller, 2017) hacían notar la extensa investigación llevada a cabo sobre turismo y sostenibilidad en los últimos 20 años. La relevancia de las investigaciones en el domino del turismo sostenible viene dada por ser este un tema transversal a todos los modelos de desarrollo, en todas las escalas territoriales. Es decir, la investigación el sostenibilidad y turismo es un campo temático amplio e integrador, involucrando dimensiones sociales, económicas, ambientales, culturales y de gobernanza. Ciertamente, el análisis crítico como una preocupación por cuestiones éticas y políticas relacionadas con cómo deberían ser las prácticas sostenibles en turismo han ocupado gran parte del discurso y la investigación en este periodo previo a la COVID19.

Conjuntamente, en estas últimas décadas previas a la crisis sanitaría, las teorías del decrecimiento en el turismo han ido tomando fuerza entre académicos y los responsables de la formulación de las políticas públicas (Higgins-Desbiolles, Carnicelli, Krolikowski, Wijesinghe,and Boluk (2019).  Konstantinos Andriotis en su libro titulado Degrowth in Tourism – Conceptual, Theoretical and Philosophical Issues (2018), insiste en la necesidad de adoptar un nuevo enfoque analítico para el estudio de decrecimiento en turismo. De esta manera, este autor se suma a la llamada de numerosos investigadores a reconsiderar la dimensión y la escala de la actividad turística, más aún dado los desafíos por saturación de turismo (overtourism), el cambio climático y la pandemia de COVID-19 (Gossling and Hall). Moscardo y Murphy en su obra There is no such thing as sustainable tourism: Re-conceptualizing tourism as a tool for sustainability (2014) indican la necesidad de distinguir muy claramente entre el concepto de turismo sostenible y la idea del turismo como una posible herramienta para apoyar la sostenibilidad medioambiental, social o cultural.

Desde el punto de vista turístico, a pesar de más de 40 años de atención académica y amplísimos debates sobre el turismo sostenible, así como los últimos argumentos sobre la necesidad de abordar sus impactos en el ámbito social, cultural y medio ambiental, los trabajos empíricos sugieren que poco ha cambiado en la práctica desde sus inicios. Además, el crecimiento y la expansión del turismo persisten a medida que surgen nuevos destinos en el mercado global. Desde sus inicios el «éxito» del turismo ha sido medido prácticamente por todas las organizaciones turísticas (OMT, OACI, CLIA o WTTC) como un crecimiento en el número de entradas de viajeros o turistas. Sin embargo, esta perspectiva ha sido ampliamente cuestionada (Hall, 2009).

Numerosos investigadores llaman a reconsiderar la dimensión y la escala de la actividad turística, más aún dado los desafíos por saturación de turismo (overtourism), el cambio climático y la pandemia de COVID-19 (Gossling and Hall).

El prolífero profesor neozelandés, M. Hall ha sido uno de los primeros académicos en vincular la sostenibilidad del turismo con el movimiento más amplio de decrecimiento, dado a su posición crítica sobre el desarrollo turístico bajo el supuesto marco sostenible.  Hall argumenta que «el desarrollo del turismo sostenible es el desarrollo del turismo sin crecimiento en el rendimiento de la materia y la energía más allá de las capacidades de regeneración y absorción» (2009, p. 53).

La primera Conferencia internacional de decrecimiento2 para la sostenibilidad ecológica y la equidad social en París en abril de 2008, concluyó que el crecimiento económico como la medida del bienestar es insuficiente y apoya el principio de que sin crecimiento el sistema económico puede funcionar. El manifiesto por el decrecimiento creado en el marco de la conferencia expuso la necesidad de transformar los modelos de consumo y producción existentes. Hacen ver que la economía global ha crecido más allá de los límites ecológicamente sostenibles. El crecimiento ilimitado y los efectos negativos asociados del consumo excesivo y la sobreproducción ya no son viables (Schneider, 2008).

Junto a esta línea de pensamiento, los últimos trabajos sobre turismo se esfuerzan por crear modelos de desarrollo que eviten un imperativo de crecimiento y al mismo tiempo apoyen el bienestar humano. Sin embargo, los mercados arrastran una gran inercia y existen fuerzas importantes que impulsan una rápida recuperación en el crecimiento del turismo.

La amplia justificación para desarrollar un turismo sostenible, o el turismo inspirado en el decrecimiento, implica la integración de múltiples dimensiones.

La amplia justificación para desarrollar un turismo sostenible, o el turismo inspirado en el decrecimiento, implica la integración de múltiples dimensiones. Desde una perspectiva territorial, dando continuidad a los estudios previos realizados en el campo de los modelos de planificación turística, Moscardo y Murphy (2014) concluyeron que muy poco había cambiado en 30 años en que los procesos de planificación turística y en la forma en los que se utilizan en documentos académicos y gubernamentales. La revisión de la literatura de los autores arrojó luz sobre algunos temas al respecto:

· Un enfoque limitado de las administraciones en proyectos específicos, en lugar de pensar en el turismo en su conjunto;

· Una atención limitada a los impactos del turismo;

· Un enfoque en los factores económicos con un reconocimiento ocasional y limitado de los problemas ambientales;

· No considerar cómo el turismo interactúa con otros ámbitos económicos y procesos territoriales, en última instancia, considerar cómo afectaría otras actividades;

· La adopción naif de la planificación estratégica empresarial como el marco dominante para la planificación del turismo y, en consecuencia;

· La colocación de las necesidades y expectativas del mercado o del turismo como los motores principales de la planificación turística, otorgando a los residentes de destino un papel muy limitado, si lo hay.

En la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible Río + 20 en junio de 2012, los Jefes de Estado adoptaron formalmente el Marco decenal de Programas sobre Consumo y Producción Sostenibles (10YFP en SCP). El 10YFP se estableció como un marco de acción global para mejorar la cooperación internacional a fin de acelerar el cambio hacia los patrones de CPS tanto en los países desarrollados como en los países en desarrollo.

Las voces más críticas han subrayado la necesidad de ir más allá de los planes y medidas de sostenibilidad implementados hasta la actualidad. Latouche (2018) sugiere medidas adicionales -llamadas las ocho «r»- como apoyo a las teorías de decrecimiento del turismo incluyendo guías para reevaluar y reestructura la producción.

La crisis sanitaría brota en un momento se caracteriza por grandes proyectos transformadores en turismo, así como por la urgente necesidad de trabajar por un futuro mejor.

La crisis sanitaría brota en un momento se caracteriza por grandes proyectos transformadores en turismo, así como por la urgente necesidad de trabajar por un futuro mejor. La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible adoptada en la Cumbre de Desarrollo Sostenible de la ONU en 2015 es la evidencia más notable. La agenda exige un cambio de paradigma en todos los niveles y debe considerarse de manera similar en términos de avance en el desarrollo del turismo.

Reflexiones para la transformación del turismo tras la COVID-19

En los últimos meses se han publicado destacados informes sobre el impacto de la COVID-19 en la industria turística mundial. Si bien estas estimaciones deben tratarse con mucha cautela dado que sigue siendo fundamentalmente poco claro cómo se desarrollará la pandemia hasta septiembre, los informes revelan la magnitud de la pandemia sin ninguna analogía a ningún evento desde que comenzó la expansión masiva del turismo internacional en la década de 1950 (UNWTO, 2020; Mckinsey and Company, 2020; IATA, 2020). 

El turismo ha demostrado ser resistente a las conmociones externas. Es decir, el sistema turístico ha tenido capacidad evolutiva para absorber los cambios y reorganizarse coordinando las modificaciones necesarias para mantener su función, estructura, identidad y retroalimentación fundamentales (Bristow y Healy 2014; Walker y Salt, 2012; Walker et al. 2004). Concerniente a esta crisis, hay suficientes evidencias de que el impacto y la recuperación de la pandemia pudiera ser muy diferente a las experiencias y patrones conocidos previamente. Según autores como Gosling and Hall, la pandemia de COVID-19 debería conducir a una reconsideración crítica del modelo de crecimiento y la escala global del turismo. A pesar de las llamadas por un crecimiento sostenible, la atención institucional al cambio climático y los ODS, no existe una estrategia basada en la evidencia para la mitigación del cambio climático, ni en este momento para la superación de la crisis sanitaría (Scott et al., 2019).   

Algunos autores perciben que pudiera haber modificaciones tanto en el consumo como en las formas de producción derivadas de la pandemia de COVID-19. Por ejemplo, las videoconferencias, han sido una oportunidad para reducir la demanda de transporte. Reuniones de gobierno se han organizado por primera vez a través de videoconferencia (Coordinación del estado de alarma entre Gobierno de España y las autonomías; Consejo Europeo, 2020).

Los cambios pueden no percibirse en el coto plazo, pero los nuevos valores derivados de la experiencia COVID-19 pudieran convertirse en valores más prominentes e iniciar la transformación del turismo (Kruglanski, 2020). Autores como Lew, Cheer, Haywood, Brouder, y Salazar, (2020) consideran que la fase que prosigue a la pandemia dará lugar a una explosión de «Realidades Alternas» que incluirán nuevos modelos de negocios y alternativas de políticas gubernamentales, caracterizadas por la innovación y la creatividad.  Se trata de valores que podrían impulsar sistemas sociales alternativos innovadores en un mundo emergente posterior a COVID-19 que incluyen la Paz (dentro y entre países y pueblos); la equidad y cooperación (en las políticas y relaciones gubernamentales y comerciales); y las economías verdes.

La transformación requiere cambio (Davis et al., 2010). No obstante, los cambios en turismo no solo pueden entenderse desde la economía y los paisajes físicos. El turismo y los cambios en valores constituyen la forma en que vemos nuestro entorno, otros lugares y culturas, y la forma en que ‘otros ‘nos ven y nos representan a nosotros y a nuestro entorno diario (Lin, and Fu 2000). El cambio es quizá una característica constante en el turismo, pero la realidad espacial y nuestro sentido del lugar, se están transformando más rápidamente dado al uso y producción del destino turístico en la era digital.

Parece haber un consenso en gran parte de la literatura académica para apoyar la tesis de que la buena formulación de estrategias políticas aumenta la resiliencia del turismo en el territorio, especialmente el fortalecimiento de la gestión, la conexión de los agentes implicados y la innovación para mejorar el desarrollo sostenible.

Saarinen (2004, p. 172) describe la transformación del territorio o lugar visitado como un proceso donde el destino3 ‘es producido y reproducido por las prácticas discursivas, e incluso discursos contrapuestos, a través de los cuales el destino recibe sus identidades y significados, no solo uno tras otro, sino también concurrentemente ‘.

La literatura ofrece muy pocas ideas sobre cómo puede surgir y reestructurarse la industria del turismo en el período posterior a la pandemia (Prideaux, Thompson, and Pabel, 2020). Sin embargo, parece haber un consenso en gran parte de la literatura académica para apoyar la tesis de que la buena formulación de estrategias políticas aumenta la resiliencia del turismo en el territorio, especialmente el fortalecimiento de la gestión, la conexión de los agentes implicados y la innovación para mejorar el desarrollo sostenible (Bangwayo-Skeete y Ryan, 2020).

El liderazgo es un elemento clave para responder a crisis o eventos transformadores.  COVID-19 ha ilustrado la fragilidad del turismo y los destinos. Sin embargo, dista de explicitarse la misma comprensión para abordar cuestiones que atañen directamente al turismo y los destinos, como es el cambio climático y los eventos que fuerzan cambios significativos que ponen de manifiesto la fragilidad de los recursos que pudieran sostener un modelo responsable y resiliente de desarrollo. A partir de las observaciones expresadas en la literatura, se pueden aplicar las siguientes consideraciones al abordar la reflexión sobre el futuro modelo de desarrollo turístico:

· El liderazgo es un elemento importante para determinar el éxito o el fracaso de la respuesta transformadora. Unida al liderazgo está la necesidad de las comunicaciones claras, honestas, precisas y regulares con lo público y las empresas.

· La necesidad de gestionar lo público desde el conocimiento y el asesoramiento de expertos para el desarrollo de estrategias que permitan abordar las transformaciones con garantías.

· La necesidad de responder rápidamente a las amenazas y los cambios, en lugar de diferir las respuestas hasta el futuro, es ampliamente aceptada en la actualidad.

La velocidad de los cambios, los avances tecnológicos asisten tanto al sistema productivo como a la propia sociedad, lo que implica la continua necesidad de innovar en métodos de gestión de los territorios turísticos y dar apoyo a la toma de decisiones. El cambio a modelos de desarrollo nuevos y más resistentes en el turismo también significará una gobernanza colaborativa y políticas más inteligentes. Y el lugar donde esos dos elementos se cruzan definitivamente, donde los modelos de desarrollo turístico y las políticas públicas inteligentes adquieren su pleno significado, es precisamente en el marco del Destino inteligente.

Pero quizá lo más relevante es que se trata de un cambio profundo en la aproximación al turismo.

Un Destino Turístico Inteligente se define como un espacio o lugar innovador consolidado sobre la base del territorio y de una infraestructura tecnológica de vanguardia, que requiere de la cooperación entre el sector privado y público. En la evolución hacia un destino inteligente, el territorio debe comprometerse con los factores medioambientales, culturales y socioeconómicos de su hábitat, dotándose de un sistema de inteligencia.

La intención de convertirse en un Destino Inteligente supone la puesta en marcha de una estrategia de revalorización del destino a través de la innovación y la tecnología. Pero quizá lo más relevante es que se trata de un cambio profundo en la aproximación al turismo. Supone migrar de una política turística de promoción del territorio a una política turística para la gestión y desarrollo del territorio. Pasar de una política turística para el crecimiento, en gran medida promoción, a realizar políticas de desarrollo turístico territorial.

Estas características convierten a los destinos inteligentes en un modelo de gestión potencial para hacer frente a la recuperación de la crisis sanitaria provocada por el COVID19. El proceso de recuperación de esta crisis se presenta especialmente obstaculizada por la limitación de la movilidad de las personas. Esto ha provocado una notable caída de la demanda de los viajes y el turismo en los destinos turísticos que, al igual que todos los subsectores turísticos, tendrán que adaptarse a las nuevas tendencias postcrisis (Alzua Sorzabal, 2020).

La crisis pandémica de COVID-19 ha permitido poner en valor el diálogo social para las intervenciones gubernamentales, la reurbanización de las redes de seguridad social y la importancia del cuidado social. Tras la COVID-19, podríamos tomar una agenda para socializar adecuadamente el turismo. La palabra «socializar» podría tener múltiples significados, pero siguiendo a Scott pudiera entenderse como: «el proceso que daría lugar a la socialización y, por lo tanto, a la integración en la» sociedad local «» (Scott, 2006, p. 57). Tanto los turistas como las empresas de turismo, el consumo como la producción, deberían apoyar las necesidades e intereses de las sociedades locales en las que realizan y ofrecen servicios turísticos.

En el marco de un turismo que contribuya a la justicia social y ecológica, reproduciendo algunas de las propuestas presentadas por la profesora Higgins-Desbiolles (2020), podrían citarse las siguientes:

· Facilitar la implementación de organizaciones y negocios locales sobre las multinacionales. Frente al poder de las plataformas, las pequeñas y medianas empresas de turismo requieren de mayor apoyo y aportaría para un futuro más justo y sostenible en el turismo.

· Las organizaciones de gestión de destinos deben volver a su misión original de servicio público abandonando el enfoque de marketing y comunicación pública. Sería deseable que estuvieran compuestos por personas conocimientos específicos para garantizar una gestión apropiada del turismo público.

· Se podrían promover acciones de turismo social, incluido el turismo educativo, los intercambios comunitarios, etc.

· Los bienes comunes deben estar protegidos y se debe supervisar la privatización de la gestión de los activos turísticos como los parques y las áreas protegidas.

· Debe existir una mayor implicación loca en los tipos de desarrollo turístico. La consulta pública y la gobernanza colaborativa deben incorporarse a los procesos turísticos.

· Se debe abordar la precarización del empleo y trabajar por incorporar perfiles profesionales avanzados en la gestión turística. Se deben realizar esfuerzos significativos para garantizar los derechos de los trabajadores y las buenas condiciones de trabajo. Ya no debería tolerarse que los trabajadores del turismo no reciban un salario digno y condiciones seguras.

Si es correcto que estamos viviendo una transición importante, la pandemia de COVID-19 debería impulsar a cuestionarnos cómo podemos contribuir a una transformación humanizada de mayor justicia social y ecológica. El artículo ha tenido como objetivos hacer una revisión de las cuestiones estructurales en turismo, y compartir la apreciación de que quizá estemos ante una oportunidad para repensar y transformar el turismo-

Bibliografía

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  1. El turismo es un fenómeno social, cultural y económico que supone el desplazamiento de personas a países o lugares fuera de su entorno habitual por motivos personales, profesionales o de negocios. Esas personas se denominan viajeros (que pueden ser o bien turistas o excursionistas; residentes o no residentes) y el turismo abarca sus actividades, algunas de las cuales suponen un gasto turístico (UNWTO (2020) Glosario de Términos turísticos (https://www.unwto.org/es/glosario-terminos-turisticos).
    En la últimas décadas va tomando fuerza la concepción del turismo como un sistema complejo (Baggio & Sainaghi, 2011). Siguiendo esta línea de pensamiento, el turismo ha sido conceptualizado como actividad socioeconómica caracterizada por estar compuesta por una multitud de entidades privadas (personas y empresas) independientes que interactúan entre sí y con las organizaciones del sector público dentro de una compleja red de dinámicas cargadas de poder, dando como resultado un sistema complejo (Hall, 2008). La concepción del turismo y el destino desde una visión sistémica añade complejidad a la reflexión y dificulta la definición de los actores y agentes implicados en la actividad turística:
    (i) el sector privado es el principal productor y proveedor de los servicios turísticos y está constituido por una amplia gama de actividades económicas, también definidas como industrias (hospedaje, alimentación, ocio, cultura, transporte, comercio, otros), lo que genera una enorme fragmentación y un escaso nivel de coordinación;
    (ii) el sector público quien debe velar por la preservación de los bienes públicos relacionados con la actividad turística, la internalización de sus costes y la generación del clima de negocios adecuado para la inversión, desde distintos niveles que deben coexistir: el local o nivel del destino, el regional y el nacional. Además, las autoridades de turismo deben coordinarse con otras áreas de acción pública necesarias para el desarrollo de la actividad que escapan de las competencias meramente turísticas (como movilidad, infraestructura y servicios básicos, seguridad, medio ambiente o agricultura), lo que complica la toma de decisiones; y
    (iii) la comunidad receptora que es la que se beneficia o sufre los costes del turismo y su participación es fundamental para lograr un desarrollo endógeno alineado con las necesidades y aspiraciones locales, pero no siempre es explícitamente considerada en la política turística.
    (iv) El turista o viajero (o visitante que pernocta): Un visitante se clasifica como turista (o visitante que pernocta) si su viaje incluye una pernoctación, o como visitante del día (o excursionista) en caso contrario.
  2. La conferencia fue organizada por Research and Degrowth, Institut TELECOM SudParis, la International Society for Ecological Economics, el Sustainable Europe Research Institute y el Wuppertal Institute
  3. Destino (destino principal de un viaje): El destino principal de un viaje turístico se define como el lugar visitado que es fundamental para la decisión de realizar el viaje (RIET 2008, párr. 2.31), (https://www.unwto.org/es/glosario-terminos-turisticos). Si bien del concepto de “destino turístico” dada su complejidad queda más allá del alcance de este trabajo, es importante resaltar algunas cuestiones. En la tradición académica, se han ido configurando dos líneas de trabajo en torno al concepto de destino turístico, una desde el punto de vista de los sectores productivos, y otra desde la geografía, incorporando la dimensión territorial. En el marco de la conceptualización del turismo como sistema, se han articulado nuevas aproximaciones sistémicas del destino que permiten superar acercamientos como un mero producto turístico o como el espacio sobre el que se realiza la mayor parte del proceso de producción y consumo turístico.
    Las relaciones socioespaciales generadas por el turismo, y por consiguiente los procesos sociales, políticos, identitarios, medio ambientales, económicos puestos en marcha por múltiples agentes, superan las aproximaciones reduccionistas y evidencian la complejidad de funciones que presenta el espacio turístico.